Carmen Julia Homs Rosado

Nació el 3 de junio de 1942 en San Juan, Puerto Rico en el seno de una hermosa familia y vivió siempre orgullosa de sus orígenes. En el hogar de su niñez y su adolescencia junto a sus padres Don Federico Homs y Doña Josefa Rosado vivió rodeada de amor en compañía de sus hermanos. Para la década de los años 60 era una hermosa señorita ya el Señor le tenía reservado el esposo con el cual formaría un hogar repleto de amor y respeto. En el 1967 contrajo nupcias con Fernando Homs Homs y ese amor dio frutos, sus dos hijos, Fernando y Emilio; una linda descendencia de varones. Uno de los momentos más significativos en su vida fue el momento en el que dio el paso de fe y pasó a formar parte de la grey del Señor junto a su esposo. De ahí en adelante fue, junto a él, una fiel cristiana. Siempre solía decir: Dios es primero; la iglesia es primero. Cumplía con el mandamiento de amar al prójimo, tanto que, cuando supo de su enfermedad, no se lo reveló a su mejor amiga y hermana en Cristo, Lily Dones, para no hacerla sufrir ¡Así de mucho la amaba! “Las muchas aguas no podrán apagar el amor” (Cantares 8:7). En el 2016, después de cuarenta y nueve años de convivencia con su amado esposo, el Señor llamó a Don Fernando a su presencia/ Ella lo lloró como lloran los que tienen fe, confiada en las palabras de nuestro Señor y Salvador: “Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” (Juan 11:25-27). Hoy es esta hermosa mujer a quien el Eterno llamó. Y cuando miramos su trayectoria de vida es inevitable ver en ella a la mujer virtuosa de Proverbios 31. Ella era una mujer que amaba a su familia, era el orgullo de su esposo, sus hijos la amaban y siempre estaban por ella; se disfrutaba el confeccionar exquisitos manjares para su familia. Al igual que la mujer de Proverbios, ella vestía con buen gusto; por supuesto, si sus vestiduras internas eran la fuerza y el honor ¡Preciosas piezas! Su perfume exquisito emanaba del corazón de una intercesora, perfumando el torno de la gracia con justicia y bondad. Ella vivió para el Señor, la iglesia, su esposo, sus hijos, sus nietos, su familia y amigos. Sus últimas palabras fueron: “Tengo paz porque sé a donde voy, pero si me quieren volver a ver, busquen a Cristo.” La mujer que teme a Jehová, esa será alabada. (Proverbios 31:30).

Carmen Julia Homs Rosado

June 3, 1942 - January 30, 2024